Mario CASTELLANOS ALCAZAR
Miguel Gumaro Vargas Olmedo se nos adelantó con todos los auxilios espirituales y en la gracia del Señor; nos dejó físicamente, este mismo día, pero seguiremos en contacto en el más allá, en donde todo es amor y gloria en, el manto del divino redentor, que nos da la vida y la eterna morada llena de luz y misericordia.
Somos muy devotos a la muerte, pero en sí, es el momento de reflexionar, valorar y aquilatar el verdadero nacimiento a la vida espiritual de nuestro compañero, hermano y amigo- Miguel Gumaro, quien entregó su presencia, que fue un pasaje, como un respiro o un cerrar y abrir de ojos, sembrando la semilla del conocimiento y la virtud de las nuevas generaciones.
Gumaro es un Maestro y lo seguirá siendo en la viña del Señor, apasionado por la educación de la niñez y del futuro de la sociedad, aquí y allá, porque seguirá siendo el mismo educador, guiado por la luz divina- y el eco del universo, desde el infinito tendrá la misma misión y gozará de las bendiciones, que desde la tierra emitirán las mentes creadoras de la niñez y la juventud, que fueron moldeadas en el crisol de ciencia de la educación.
Recuerdo aquellos tiempos gloriosos cuando Miguel Gumaro, dejaba todo interés personal para entregarse a los libros de la sabiduría, cuyo contenido eran los métodos, la didáctica, la pedagogía, los procedimientos de la enseñanza, de la niñez oaxaqueña, en el nivel de la primaria, que, para él, era su misión, pues sobre sus hombros estaba la responsabilidad de educar a los infantes de las comunidades indígenas del medio rural y también, de la sociedad urbanizada.
Como todo un misionero cruzaba los caminos más abruptos en los años de las décadas de los 70- 80- y hasta principios del siglo XXI- llevando en su maleta sus provisiones, algunos alimentos y medicamentos para el botiquín escolar, pero no le faltaba el cargamento del material didáctico, que era indispensable para impartir sus clases, allá en las comunidades muy apartadas, llenas de pobreza, incomunicación, marginación y todavía la indiferencia de algunos padres de familia, que se negaban a mandar a sus hijos a las aulas del conocimiento.
Miguelito, es y seguirá, siendo el recuerdo de sus pupilos porque aparte de las enseñanzas de las matemáticas, el español, ciencias naturales, la historia, la geografía y el civismo, en aquel entonces, también, fue la guía de las comunidades que necesitaban de la orientación y la gestoría de los maestros, que eran consejeros- y todo lo hacían con la misma vocación del servicio a cambio de nada. Miguel, solamente guardaba la satisfacción del deber cumplido – y la historia lo reconocerá- porque su nombre está escrito en los anales de la narrativa, la teoría y la dialéctica, que conlleva a la educación y el desarrollo humano.
Además, de ser un Maestro, en toda la extensión de la palabra, digno defensor de los derechos laborales del gremio magisterial, cierto, que fue combativo y propositivo -y uno de los precursores de la democracia sindical, en la transición de “Vanguardia Revolucionaria” a la vital democracia del entonces charrismo sindical, que imperaba en la Sección 22 del Sindicato de los Maestros.
Miguel Gumaro, jubilado, reconocido por la sociedad, Maestro entregado en cuerpo y alma a su mística del servicio profesional, en el nivel de Primaria, digno de pasar a la historia de la humanidad. Su nombre queda escrito con letras de oro en el corazón del universo benefactor, por su obra al servicio de la educación de los oaxaqueños.
Todo es historia, todo es reconocimiento, todo es amor y veneración a quien honor merece- en el nombre de Miguel Gumaro Vargas Olmedo, el amigo que seguirá siendo amigo, en padre ejemplar, el buen ciudadano y el buen profesionista, que junto con su esposa Apolonia, también, Profesora, se ganaron el aplauso y el reconocimiento de la sociedad. Lo recordaremos con cariño y respeto. Mis condolencias a sus familiares: hijos y demás parentescos. Bendiciones y un Adiós postrero.
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