Miguel Zúñiga Juárez
Análisis del Acontecer
Cientos de feligreses llegaron al Paseo Juárez el Llano a los pies de la Virgen de Guadalupe para honrarla en lo que fuera el 486 aniversario de la aparición de advocación mariana de la Iglesia católica,en el Cerro del Tepeyac.
Desde muy temprana hora las personas, principalmente madres de familia, acudían a rezar y acompañar a la virgen en su gran día; como es tradición desde hace muchos años, los niños y niñas también llegaban a los pies de la madre de los mexicanos vestidos de “inditos”, recordando así la aparición de la guadalupana a San Juan Diego en el siglo XVI.
Tras el paso de las horas el atrio y el templo se llenaron en su totalidad, dejando así un gran número de personas que pretendían poder entrar al sitio, siendo casi imposible por la cantidad de fieles reunidos.
Formados con flores, veladoras e imágenes en mano, las personas esperaban poder llegar hasta la imagen de piedra abajo del árbol del atrio del templo, pues allí también es un lugar de visita en esta fecha.
Quienes ya habían visitado a la virgen y terminado sus plegarias pasaban a la tradicional verbena en donde se podía degustar quesadillas, molotes, tostadas empanadas y por supuesto, los tradicionales buñuelos que son característicos e imperdibles de las fechas.
LA HISTORIA
De acuerdo a la tradición mexicana,2 la Virgen María se apareció cuatro veces a san Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac. Según el relato guadalupano conocido como Nican mopohua, tras una cuarta aparición, la Virgen ordenó a Juan Diego que se presentara ante el primer obispo de México, Juan de Zumárraga.
Juan Diego llevó en su ayate unas rosas ―flores que no son nativas de México y que tampoco prosperan en la aridez del territorio― que cortó en el Tepeyac, según la orden de la Virgen. Juan Diego desplegó su ayate ante el obispo Juan de Zumárraga, dejando al descubierto la imagen de la Virgen María, morena y con rasgos mestizos.
Las mariofanías tuvieron lugar en 1531, ocurriendo la última el 12 de diciembre de ese mismo año. La fuente más importante que las relata es el Nican mopohua, atribuido al indígena Antonio Valeriano (1522-1605) y publicado en 1649 por el presbítero Miguel Sánchez en su libro Imagen de la Virgen María Madre de Dios de Guadalupe, contribuyendo a divulgar ampliamente la devoción guadalupana.